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Buscando información de Roberto Martinez Alvarez, mas conocido por el nombre artístico Roberto Rey que por unas circunstancias trágicas de la vida en el año 1977 con apenas 32 años dio por finalizado su paso por éste mundo, nunca sabremos donde hubiera llegado; preguntando en Laguna Dalga me enviaron a la casa de la autora del libro "GENTE HIDALGA" Lola Quintanilla Martinez, y del cual he extraído la página 86 con la letra del Canto a León y una foto.

Como podéis ver en esta letra aparecen algunos versos que no figuran en ninguna de las versiones de ésta canción, seguramente seria alguna versión especial que yo desconozco.

Parece ser que nació en Laguna Dalga por casualidad, en aquellos años (3-10-1944) de posguerra y estraperlo hizo que naciera en este pueblo que él siempre llevó en el corazón. Después de intercambiar unas palabras con Lola me dijo que en Villaestrigo encontraría mas información, ya que vivió allí con su hermano Eusebio que era el herrero del pueblo, allí creció ayudando a su hermano en las tareas de la fragua hasta que fue lo suficiente mayor cuando se marcho a Gijon (Asturias) con la esperanza de encontrar un futuro mejor; y efectivamente llego a Villaestrigo y encuentro un pequeño corrillo de gente mayor, me acerco a preguntar algo sobre Roberto y la colaboración fue tan sincera como digna de admiración.

Hablando con gente de Vallaestrigo me contaron algunas anécdotas que merece la pena recordar, cuando era un niño/adolescente tenia mucha personalidad y cuando decía no era ¡nooo! en una ocasión en la fiesta del pueblo los músicos por entonces tenían como escenario los remolques y los carros (y esto era general en todos los pueblos por la zona) le dijo su hermano que subiera a cantar para que viera la gente como cantaba (que ya se le daba bien) y la respuesta de él fue un ¡nooo! seco y rotundo como si hubiera tenido una visión del futuro que ese escenario no estaba hecho para él, a lo que su hermano contestó: "Dios da mocos a quien no tiene narices" despertando las risas de los asistentes. También me contaron que era muy alegre y ligero, se subía al campanario trepando por la espadaña al nido de la cigüeña que estaba arriba en la parte izquierda de la foto, y créanme hay que ser hábiles para subir ahí, en el pueblo todos le recuerdan con cariño y admiración, me hubiera gustado hacer una foto de la fragua o las ruinas de ella pero ya no quedaba ni rastro.


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